Un hombre viajaba de una ciudad a otra, cuando supo que se había trabado una sangrienta batalla, y que su primo se encontraba entre los soldados heridos. Se apresuró en llegar hasta el lugar para descubrir que su familiar estaba a punto de morir. Echó mano de su cantimplora y le ofreció un poco de agua, pero en ese instante otro herido gimió, y el primo le pidió que le diese de beber al soldado que estaba a su lado.
-¡Pero si voy hasta él, es posible que tú no sobrevivas! ¡Tú ya has sido suficientemente generoso durante toda tu vida!
Reuniendo sus últimas fuerzas, el herido respondió:
-Razón de más para seguir siendo generoso hasta el momento de mi muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario