viernes, 27 de febrero de 2009

Sobre la maldad de las mujeres

También me han contado que un hombre deseó ver en vida la "noche del destino". Una noche dirigió su mirada hacia el cielo y vio los ángeles, las puertas del cielo (que estaban abiertas) y que cada cosa en su sitio se prosternaba. Después de esta visión le dijo a su mujer: "Mujer Dios me ha mostrado la noche del destino. Me avisaron de que cuando la viera expresara tres deseos y éstos se cumplirían. Por ello te pido tu parecer: ¿que debo pecir?" La mujer respondió: "Di: Dios mío, haz mayor mi miembro'." él lo dijo y su miembro se hizo como una calabaza, hasta el extremo de que el hombre no podía levantarse, por lo cual, cuando quería unirse a su mujer, ésta huía de una parte a otra. "¿Qué voy ha hacer? -le dijo el hombre-. Y, sin embargo, es una cosa que tú has querido para satisfacer tu concupíscencia." "Pero yo no quiero que sea tan largo!" El hombre alzó su cabeza hacia el cielo: "Dios mío! exclamó salvame de este asunto y líbrame de él!" Y he el hombre quedó privado de miembro. Su mujer, al verlo, le apostrofó: "Ya no te necesito puesto que ya no tienes miembro". "La causa de todo esto --repuso el hombre es tu desdichado parecer y tu mala manera de obrar: yo podía expresarle tres deseos a Dios, con los 'cuales habrías conseguido todos los bienes en éste y en el otro mundo. Dos ya han pasado, y sólo me queda uno." Invoca a Dios para que vuelvas a ser como antes." El imploró a su Señor y volvió a ser como antes.
Todo esto ¡oh, rey!, ocurre a causa de la mala manera de obrar de las mujeres. Yo te lo he recordado para que puedas darte mejor cuenta de la estulticia y de la estreche de mente de las mujeres, así como de su perversa manera de obrar.

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