También me han contado que un hombre deseó ver en vida la "noche del destino". Una noche dirigió su mirada hacia el cielo y vio los ángeles, las puertas del cielo (que estaban abiertas) y que cada cosa en su sitio se prosternaba. Después de esta visión le dijo a su mujer: "Mujer Dios me ha mostrado la noche del destino. Me avisaron de que cuando la viera expresara tres deseos y éstos se cumplirían. Por ello te pido tu parecer: ¿que debo pecir?" La mujer respondió: "Di: Dios mío, haz mayor mi miembro'." él lo dijo y su miembro se hizo como una calabaza, hasta el extremo de que el hombre no podía levantarse, por lo cual, cuando quería unirse a su mujer, ésta huía de una parte a otra. "¿Qué voy ha hacer? -le dijo el hombre-. Y, sin embargo, es una cosa que tú has querido para satisfacer tu concupíscencia." "Pero yo no quiero que sea tan largo!" El hombre alzó su cabeza hacia el cielo: "Dios mío! exclamó salvame de este asunto y líbrame de él!" Y he el hombre quedó privado de miembro. Su mujer, al verlo, le apostrofó: "Ya no te necesito puesto que ya no tienes miembro". "La causa de todo esto --repuso el hombre es tu desdichado parecer y tu mala manera de obrar: yo podía expresarle tres deseos a Dios, con los 'cuales habrías conseguido todos los bienes en éste y en el otro mundo. Dos ya han pasado, y sólo me queda uno." Invoca a Dios para que vuelvas a ser como antes." El imploró a su Señor y volvió a ser como antes.
Todo esto ¡oh, rey!, ocurre a causa de la mala manera de obrar de las mujeres. Yo te lo he recordado para que puedas darte mejor cuenta de la estulticia y de la estreche de mente de las mujeres, así como de su perversa manera de obrar.
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