sábado, 7 de marzo de 2009

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Hace unos años, unos padres decidieron que necesitaban un descanso, por lo que planearon salir una noche de la ciudad. Llamaron a la niñera en la que mas confiaban. Cuando esta llegó, los dos hijos de la pareja estaban ya profundamente dormidos en la cama, por lo que la chica solo tenia que sentarse en el salón y asegurarse de que todo iba bien con los críos. Más tarde durante esa noche, la niñera se aburrió y quiso ver la televisión, pero no podía verla en la planta de abajo porque hasta allí no llegaba el cable de antena (los padres no querían que los niños vieran demasiada telebasura). Así que llamo a los padres y les pregunto si podía ver la tele arriba, en la habitación de ellos. Por supuesto, dijeron que no había ningún problema. Pero la niñera tenia una ultima petición: preguntó si podía cubrir con una manta o un paño la estatua de un ángel que se veía tras la ventana del dormitorio, o por lo menos cerrar las persianas, ya que la estatua la ponía nerviosa. En la línea telefónica se hizo el silencio por unos segundos, y el padre, que en ese momento estaba hablando con la niñera, dijo: “Coge a los niños y salid de la casa inmediatamente… vamos a llamar a la policía. No tenemos ninguna estatua de un ángel”. Tres minutos después de la llamada, la policía encontró a los tres ocupantes de la casa muertos. Y jamas hallaron la estatua de un ángel

1 comentario:

Anónimo dijo...

Upss...!!!
que final!
demasiado tajante
pero muy bueno...
esta en algun libro de leyendas?
un gusto enorme como siempre leer tus espacios...
saludos